Al mirar la etiqueta de tu ropa, lo más probable es que te encuentres con frases como “made in China”, “made in Bangladesh” o “made in Vietnam”. Estos países son hoy los principales proveedores de confecciones textiles a nivel global, debido que las grandes marcas de ropa buscan producir sus prendas al menor costo posible. Y es allí donde encuentran mano de obra barata y precaria.
Fue la Gran Depresión de 1929 el punto de partida de la “época de oro”. Para evitar depender de las importaciones y de los vaivenes del extranjero, el Gobierno de entonces impulsó la llamada industrialización por sustitución de importaciones, que permitió el desarrollo de diversas industrias consideradas estratégicas, entre ellas, la textil. Pero otro Gobierno -la dictadura militar- cambió la estrategia del crecimiento hacia adentro por la liberalización económica. A partir de 1975, se bajaron los aranceles que protegían la industria nacional y comenzaron a llegar productos extranjeros a menor precio. Se inició un declive que se profundizó con la firma de tratados de libre comercio desde los años 90 en adelante.
Siguiendo una tendencia global, los ojos se trasladaron a Oriente: primero China, luego Bangladesh, últimamente, Vietnam, se convirtieron en los grandes talleres de la industria textil global. En Chile quedaron los diseñadores, que se dedican a crear modelos de acuerdo con las tendencias de la moda. Y la fabricación de las prendas ocurre en fábricas de Asia, donde la mano de obra es más barata y extremadamente precaria.